sábado, 16 de junio de 2012

EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


«Su madre conservaba estas cosas en su corazón»
-Lucas 2, 51-

"En tu Corazón, Oh Madre, queremos vivir para aprender a amar, sin divisiones, al Corazón de Jesús; a obedecerle con diligencia y exactitud; servirle con generosidad y a cooperar activa y responsablemente, en los designios de Su Sagrado Corazón".

Beato SS Juan Pablo II, Misa de Clausura del Jubileo de los Obispos, 
a los pies de la imagen de la Virgen de Fátima, 8 de octubre de 2000

LA FIESTA DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
ES EL "CORAZÓN" DE LAS CELEBRACIONES MARIANAS

Entre las celebraciones litúrgicas en honor a la Santísima Virgen María, la fiesta de su Inmaculado Corazón es el "corazón" de todas las demás que se celebran en el año.

Y, los es porque el Inmaculado Corazón de María es la sede del amor y de la caridad a Dios y a los hombres .



¿Cuál es el centro y foco de esta solemnidad? 

Es el corazón de la bien amada y dilecta Hija del Padre Eterno.

Es el corazón de la Madre de Dios.

Es el corazón de la Esposa del Santo Espíritu.

Es el corazón de la buenísima Madre de todos los hijos de Dios

Es un corazón totalmente abrasado por amor hacia Dios y totalmente inflamado de caridad hacia nosotros, la humanidad.



El Inmaculado Corazón de María es todo amor: Amor a Dios, porque jamás amó nada, ni a nadie más que a Dios y lo que Dios quiso que ella amara en él y por él

El Inmaculado Corazón de María es todo amor, porque la bienaventurada Virgen siempre amó a Dios con todo su corazón, con toda el alma y con todas sus fuerzas (Mc 12,30). 

El Inmaculado Corazón de María es todo amor porque no sólo siempre quiso todo lo que Dios quiso sino que siempre puso toda su alegría y esperanza en la voluntad de Dios, aún el el dolor de la Cruz.

Es un corazón que sufre por los agravios de la humanidad al Sagrado Corazón de su Hijo.



         El Inmaculado Corazón de María es todo amor para con nosotros

Ella nos ama con el mismo amor con que ama a Dios, porque es a Dios a quien mira y ama en nosotros. 

Y nos ama con el mismo amor con el que ama al Hombre Dios, que es su hijo Jesús. Porque sabe que es nuestro maestro, nuestra cabeza, y que nosotros somos sus miembros (Col 2,19) y por consiguiente que somos sólo uno con él.

Reflexión inspirada en San Juan Eudes (1601-1680), 
Corazón admirable libro 9, cap. 4

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