viernes, 15 de junio de 2012

SANTA MARGARITA MARÍA ALACOQUE

Margarita María nació el 25 de julio de 1647, en Janots, una región de Borgoña en Francia. Siendo la quinta hija de los siete hijos de un notario acomodado, hizo una promesa al Señor a los cuatro años: "O Dios Mío, os consagro mi pureza y hago voto de perpetua castidad."  Más tarde, ella misma, confesó que no entendió en aquel momento lo que significaba "voto" ni "castidad". A los ocho años ingresó a la escuela de las Clarisas y se sintió atraída de inmediato a la vida religiosa.


La vida de piedad de Margarita produjo tan buena impresión entre las religiosas, que le permitieron hacer la Primera Comunión a los 9 años, lo cual no se acostumbraba en aquella época (recién 8 de agosto de 1910, con el Decreto "Quam singulari Christus amore", san Pío X -el Papa beatificado en 1951 y canonizado en 1954 por el Papa Pio XII- se permitió tomar la primera Comunión a los niños en uso de su razón)


A los once años, Margarita contrajo una dolorosa enfermedad reumática que la obligó a guardar cama hasta los quince años, debiendo, por ese motivo, regresar a su casa. En medio de sus dolores, buscó alivio en la Santísima Virgen, a quien le hizo la promesa de que si Ella le devolvía la salud se haría una de sus hijas. No bien dicha la promesa, recobró su salud. Dejó escrito Santa Margarita en su diario: "Recibí la salud, y una nueva protección de esta Señora la cual se declaró dueña de mi Corazón, que mirándome como suya, me gobernaba como consagrada a Ella, me reprendía mis faltas y me enseñaba a hacer la voluntad de Dios."


PARTE 1




Margarita sintió una profunda unión con la Virgen, quién, desde ese momento, empezó a dirigir toda su vida. Sin embargo, Margarita no estuvo exenta de las dificultades que todos tenemos cuando queremos seguir fielmente los pasos del Señor. Nos cuenta la Santa en su diario que: "Apenas comencé a gozar de plena salud...()...me fui tras la vanidad y afecto de las criaturas, halagándome que la condescendiente ternura que por mi sentían mi madre y mis hermanos me dejara en libertad para algunas ligeras diversiones y para consagrar a ellas todo el tiempo que deseara..."

Estando en una ocasión rezando el Santo Rosario, se le presentó la Virgen y le dijo en tono de reprensión: "Hija mía, me admiro de que me sirvas con tanta negligencia."

Tal impresión le causaron estas palabras, que le sirvieron de aviso para toda su vida. Mas la Santísima Virgen es, sobre todo, Madre de ternura y consuelo. Un día le dijo a Margarita: "Nada temas; tu serás mi verdadera hija, y yo seré siempre tu buena Madre".

Santa Margarita María hizo voto a la Virgen de ayunar todos los sábados y de rezar el oficio de su Inmaculada Concepción. Viendo su deseo de radical entrega, La Santa Madre de Dios le ayuda a alcanzar su meta. Margarita comenzó a dirigir todos sus afectos, su dicha y su consolación al Santísimo Sacramento del altar.

Además, Margarita sufría al ver la condición de su madre, en la casa de los parientes donde vivían luego de la muerte de su padre. La mamá estaba enferma con una erisipela en su cabeza que le producía una hinchazón e inflamación muy peligrosas, continuamente estaba al borde de la muerte. Cuanto mas rogaba Margarita a sus parientes para que ayudasen a su madre, ellos solo buscaron un cirujano que la vio una sola vez. Este después de hacerla sangrar por un rato, les dijo a todos que solo un milagro podría salvar a la mamá de Margarita.

Viendo el descuido de los familiares ante el estado grave de su madre, Margarita, acudió al Señor y le pidió que El mismo fuese el remedio para su doliente madre y que le mostrase a ella lo qué debia que hacer. En cuanto regresó a su casa, encontró que estaba reventada la mejilla de su mamá con una llaga casi tan ancha como la palma de una mano, saliendo de ella un hedor insoportable. Le fue necesario vencer su natural repugnancia, para curar la llaga de su madre todos los días. Incluso, varias veces tuvo que cortar mucha de la carne putrefacta. Durante todo ese tiempo, Margarita apenas dormía y comía, mas no dejaba de dirigirse al Señor y le decía con frecuencia: "Mi Soberano Maestro, si Vos no lo quisieras, no sucedería esto, pero os doy gracias de haberlo permitido para hacerme semejante a Vos."

Así, por la vía del dolor propio y de su madre, fue creciendo en Margarita su gran amor a la oración y al Santísimo Sacramento. Se lamentaba, pues sentía que no sabía como orar. Pero sentía también que el mismo  Señor le enseñaba a orar, la movía a arrodillarse ante El y a pedirle perdón por todas sus ofensas. Y, después de adorarlo, era el mismo Jesús quien se le presentaba en el misterio que El quería que ella meditase. Margarita sentía en su corazón que crecía en ella el deseo de amarlo solo a Él y cada vez mas.

Estando mejor su madre, le empezó a hablar de matrimonio, y Margarita no podía menos que sentir temor, pues no quería faltar a aquel voto de entrega exclusiva a Dios que una vez había pronunciado de niña. Mas era grande la presión ya que no le faltaban pretendientes que querían empujarle a perder su castidad. Por otro lado, su madre le insistía llorando ya que para ella no había otra esperanza que en el matrimonio de Margarita, para salir de la miseria en que se hallaban ambas. ¡Margarita sufría horriblemente! El demonio la tentaba continuamente, poniendo en su cabeza que si ella se hacía religiosa, la pena mataría a su mamá. Mas la llamada (vocación) de Margarita a ser religiosa era más fuerte y continuamente tenía, por gracia de Dios, su voto de castidad.



PARTE 2



No obstante, el amor hacia su madre comenzó a prevalecer y en su cabeza cobró forma la de que era muy niña cuando hizo el voto y, como no podía comprender bien lo que era, podría obtener la dispensas de un sacerdote. Así, comenzó Margarita a mirar al mundo y a arreglarse para agradar a sus pretendientes. Procuraba divertirse lo mas que podía en sociedad, pero durante todo ese tiempo de juegos y pasatiempos, continuamente sentía que el Señor la llamaba a su Corazón. Cuando por fin ella se apartaba un poco de la vida mundana para recogerse en presencia de Dios, el Señor le mostraba su Amor ante lo que Margarita sufría mucho por su falta de correspondencia. Así refleja Margarita esta situación en su diario: "Me lanzaba Jesús flechas tan ardientes, que traspasaban mi corazón y lo consumían dejándome como transida de dolor. Pasando esto, volvía a mis resistencias y vanidades". Más tarde, en otra ocasión Jesús le dijo: "Te he elegido por esposa y nos prometimos fidelidad cuando hiciste el voto de castidad. Soy yo quien te motivo a hacerlo, antes de que el mundo tuviera parte en tu corazón... Y después te confié al cuidado de mi Santa Madre, para que te formase según mis designios". Finalmente el Divino Maestro se le apareció todo desfigurado, tal cual estaba en Su flagelación y le dijo: "¿Y bien querrás gozar de este placer?- Yo no gocé jamás de ninguno, y me entregué a todo género de amarguras por tu amor y por ganar tu corazón- Querrás ahora disputármelo?". Así comprendió Margarita que era su vanidad la que había reducido al Señor a tal estado. Que estaba ella perdiendo un tiempo tan precioso, del cual se le perdería una cuenta rigurosa a la hora de su muerte. Y con esta gracia extraordinaria, revivió en ella el deseo de la vida religiosa con tal ardor, que resolvió abrazarla a costa de cualquier sacrificio, aunque pasarían cinco años antes de poder realizarlo.

PARTE 3



Cuando sus parientes por fin se dieron cuenta de la firmeza de Margarita, la enviaron a la casa de unos de sus tíos que tenían una hija religiosa de la Orden de las Ursulinas. Pero Margarita no sentía que era ahí donde el Señor la quería y además sentía en su corazón una voz que le decía, "No es ahí donde te quiero, sino en Santa María."

Una vez, viendo ella un cuadro de San Francisco de Sales, le pareció que le dirigía una mirada tan paternalmente amorosa, llamándola a ser su hija. Sintió que debía ella ser de la orden que este santo había fundado junto con Santa Juana de Chantal: las Visitandinas. Además, sentía mucha atracción hacia esta orden porque llevaba el nombre de María Santísima: Las Visitantinas, en honor al misterio de la Visitación.

Después de mucha dificultades en convencer a sus parientes de que ella quería entrar en el convento de la Visitación, por fin logró Margarita lo que tanto deseaba, y eligió a Paray. En cuanto entró al locutorio del convento de Paray, oyó en su corazón un voz:, "Aquí es donde te quiero."

Su hermano le regaló la dote y Margarita ingresó en el Convento de la Visitación de Paray-le-Monial el 20 de junio de 1671.

Transcurridos dos meses de postulantado, tomó el santo hábito el 25 de agosto de 1671. Dijo entonces: "Mi divino Maestro me dio a entender que estábamos en días de nuestros desposorios, los cuales le daban un nuevo imperio sobre mi; en seguida me dio a conocer que, a imitación de los amantes apasionados, no me daría a gustar, durante este tiempo, sino lo que había de mas dulce en la suavidad de las caricias de su amor".

La joven novicia se mostró humilde, obediente, sencilla y franca en el noviciado. Según el testimonio de una de sus connovicias, edificó a toda la comunidad "por su caridad para con sus hermanas, a las que jamás dijo una sola palabra que pudiese molestarles, y por la paciencia con que soportó las duras reprimendas y humillaciones a las que fue sometida con frecuencia". En efecto, el noviciado de la santa no fue fácil. Por ejemplo, por mas que le pidiese su superiora, le era imposible a Margarita practicar la meditación discursiva. Ella cuenta, "Por mas esfuerzos que hacía yo por practicar el método que me enseñaban, acababa siempre por volver al método de mi Divino Maestro, aunque no quisiese." Este le causaba mucho dolor ya que su mayor deseo era de obedecer a su Superiora.

También hubo otra situación que fue causa de gran abnegación para Margarita. Se trata de una natural repugnancia que tenía toda la familia de Margarita hacia el queso. Era tanta la aversión que tenían al queso, que el hermano de Margarita le pidió expresamente a las hermanas que no le obligasen a Margarita jamás el tener que comerlo. Pero ya en el convento, se dio todo lo opuesto. Margarita, por obediencia tenía que comer queso. Al principio no podía por las nauseas que le daban y salía corriendo. Pero le suplicaba a su Señor que le ayudase ya que ella no quería ser diferente de las demás en nada. Con gran esfuerzo de su parte, Margarita logró comer queso. Cosa que ofreció como sacrificio por mas de diez años.

Otra dificultad para Margarita fue el hecho de su propia vida tan sobrenatural. Pues sus superiores le indicaban que esas formas de espiritualidad no iban con el espíritu de la Visitación. Miraban con recelo sus experiencias como sujetas a la ilusión y al engaño. Y así dudaban sus superioras el permitir que Margarita hiciese sus votos de profesión y le mandaron que le pidiese al Señor que la hiciese útil a la santa religión por la práctica exacta de todas las observancias. Esto Margarita lo llevó al Señor y Él le respondió:

"Di a tu Superiora que te haré más útil a la religión de lo que ella piensa; pero de una manera que aún no es conocida sino por Mi. Y en adelante adaptaré mis gracias al espíritu de la regla, a la voluntad de tus superioras y a tu debilidad, de suerte que has de tener por sospechoso cuanto te separe de la práctica exacta de la regla, la cual quiero que prefieras a todo. Además, me contento de que antepongas a la mía, la voluntad de tus superiores, cuando te prohíben ejecutar lo que te hubiere mandado. Déjales hacer cuanto quisieren de ti: Yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios, aun por vías que parezcan opuestas y contrarias. No me reservo sino el dirigir tu interior y especialmente tu corazón, pues habiendo establecido en él, el imperio de mi puro amor, jamás le cederé a ningún otro."



PARTE 4




El Señor no enseñó que la voluntad divina se pueda relegar a favor de la autoridad humana.  Mas bien el Señor enseñó a Margarita que la obediencia a sus superioras es, en efecto, el medio mas seguro para acatar Su divina voluntad. Ya que aun siendo sus superioras limitadas,  la obediencia lograría que la voluntad divina triunfe a pesar de todo.  El Señor promete que si ella obedece a sus superioras... "yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios"

La Madre Superiora quedó contenta con la respuesta del Señor recibida por Margarita y a esta se le abren las puertas para hacer su voto de profesión el 6 de noviembre, de 1672. El Señor por su parte cumplió plenamente su promesa, pues El se encargó de trabajar fuertemente en purificar y transformar su corazón en un corazón semejante al suyo.

El sacerdote al celebrar su profesión dijo: "Jesucristo te iluminará. Ve delante por las sendas del justo, como la aurora resplandeciente...!"

Escribió Santa Margarita ese día por la tarde: "Yo vil y miserable criatura, prometo a mi Dios someterme y sacrificarme a todo lo que pida de mi; inmolando mi corazón al cumplimiento de todo lo que sea de su agrado, sin reserva de otro interés mas que de su mayor Gloria y puro amor, al cual consagro y entrego todo mi ser y todos mis momentos".

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